16 mayo, 2014

Colores, imágenes y escritura en el textil



   
    Las tejedoras andinas contemporáneas comparan el entrelazado de la trama y las urdimbres con una serie de letras escritas, como hicieron sus antepasados hablando de la faja de la princesa inca (Murua en Desrosiers, 1986), lo que quiere decir que en el mismo hilo se inscribe algo de información y la composición de una faja puede ser decodificada. De esta manera, el tejido lleva la información a la vez que sirve como un medio de construcción (Arnold y otros, 2000: 38). Los cronistas, los autores contemporáneos y los informantes demuestran que los textiles codifican y depositan información sobre la producción y reproducción local, la ecología andina y la organización social de tiempo y espacio, la flora, la fauna y la avifauna. 

Como mapas de la dinámica territorial los textiles señalan los sitios de la topografía local y el modelo de caminos que los entrelazan. Algunos tejidos, por ejemplo el aguayo, expresan este esquema mediante la relación dinámica entre los caminos terrenales y celestiales. Es decir que los caminos (thaki, término que defino [1999a: 17] como una secuencia de los cargos ceremoniales a cumplir para convertirse en una persona respetada e insertada dentro de una comunidad) no sólo son representados en los textiles, sino también pueden ser influidos por la imaginación de la tejedora (Arnold y otros, 2000: 40; Arnold, 1994: 98; Fischer, 1999). Arnold (1994: 96, 99) establece una relación entre la pampa (la parte “llana” del textil que es de un solo color) y un campo agrícola cultivado, pero en reposo o solamente usado para el pastoreo y también denominado tayka (madre) del que saldrían crías en forma de diseños figurativos (saltas). 

Las imágenes no sólo expresan el modelo de la estructura textil, sino también se relacionan con la narración de cuentos. Según Cristina Bubba quien investiga los tejidos de Coroma (departamento de Potosí) “los tejidos son una especie de documentos donde está escrita la historia de cada grupo étnico, además de las diferencias entre ayllus” (Bubba, 1990: 5). Arnold incluso habla de “una cartografía de lo imaginario” (2007: 430) y Silverman pone especial énfasis en el carácter del textil como “medio de comunicación por excelencia” (2001: 72). Generalmente los textiles contienen figuras (salta) y barras de matices de color (kisa) que según doña Plácida Espinosa se copian de los matices de color de las plantas y flores o de los tipos de tierra. Hablando de los textiles de Isluga (altiplano chileno) tanto Cereceda (1987: 184) como Dransart estiman que las barras de color son las partes más importantes del tejido y que las “gradaciones de color llevan más significación para las tejedoras que los motivos figurativos” (Dransart, s.f.:10). Según mis informantes estas gradaciones pueden asociarse a las combinaciones de color que aparecen en los terrenos, pero también con los colores del arco iris que a su vez tiene implicaciones agro-rituales en conexión con la lluvia, pero también con respecto al entrelazamiento entre los tres mundos de Manqha Pacha, Aka Pacha y Alax Pacha como lo señala Fischer (1999: 442) para el contexto de Upinhuaya. Arnold relaciona las saltas de colores brillantes con la llegada de las lluvias y el verdor de la vegetación mientras que las angostas listas de color significarían la preocupación por el agua y canales de irrigación (1994: 99). Por otro lado, la misma autora advierte que las listas de un poncho pueden señalar líneas familiares o productos producidos en la comunidad como papas, maíz, trigo, habas y cebada (Ibid.:110). 


Tanto en los detalles como en la forma en que los diseños representan el vientre, el corazón, los pulmones y la boca de un animal (Dransart, s.f.: 9), representan también imágenes simbólicas (no figurativas) en los textiles antiguos que, según doña Plácida Espinosa, tienen relación con lo masculino y lo femenino en conexión con el paisaje rural: las montañas simbolizan al varón y las pampas se asocian con la mujer (López García, 2001: 40). Se dice que si bien el tejido está compuesto de dos piezas unidas por una costura, una es masculina y la otra es femenina. Don Benjamín Ríos menciona que en los textiles se representaban llamas, zorros, personas, niños, etc. Todavía en los textiles de muchas comunidades se siguen representando estrellas (wara wara), ojos (nayra), flores y otros. Las figuras (salta) del textil se componen del intercalado de dos o tres urdimbres de diferente color y de la trama que no se ve en el acabado. En la salta, es decir, la parte trabajada con diseños se incluyen diferentes símbolos que a la tejedora y a su entorno le permiten “leer” el tejido. A veces estos símbolos se refieren directamente a la agricultura y al entorno natural y “hablan” de granos y cerros de diferentes tamaños. A veces surgen interpretaciones contradictorias, como en el caso del ojo, una figura romboide, que en Carangas es vista como un cerro mientras que en Upinhuaya (región Charazani) se la interpreta como laguna y por ende el “ojo” de los cerros (Fischer; 1999). 

También parece existir una connotación sexual: tanto algunas de mis informantes como algunas tejedoras de Qaqachaka (Arnold; 2007: 120) explican que en ciertos contextos representan sus vaginas, su fuerza y fertilidad y el deseo de tener hijos. Además existen elementos como las “olas” que se refieren al propio acto de tejer y de la torsión de los hilos. En el pasado los tonos eran más apagados y estaban relacionados con los colores de la tierra mientras que en la actualidad se están incorporando fosforescentes hilos sintéticos en los guayos y ponchos. También llama la atención en los textiles (aguayo, poncho, tarillas, etc.) la inclusión de imágenes como bicicletas, autos, casas, escudos bolivianos y letras del alfabeto occidental que pueden aparecer en calidad de “adorno”, pero también formando nombres de personas y lugares (véase también Gisbert, 2003: 91,137). Al igual que otras figuras, aparecen en ambos lados, a cambio de las imágenes tradicionales que aparecen perfectamente iguales en las dos caras del textil; la representación de las letras en los textiles sale invertida en uno de los dos lados, lo que hace pensar en su origen dibujado. Por lo tanto la imagen del textil no es igual a la del dibujo realizado en una superficie plana y visible en un solo lado. Las tejedoras que no saben leer las letras occidentales solo copian las letras en el textil y por esta razón prefieren que se las dibujen en papel. En algunas ocasiones se confunden, por ejemplo en el caso de la letra S, que en el tejido salía de forma invertida; pero ya han encontrado modos de tejerla “a la inversa” para que salga de manera “correcta”. Doña Plácida Espinosa cuenta que algunas letras del abecedario tienen ahora nombres aymaras. Por ejemplo la letra A e Y fueron nombradas utu.

Fuente: El mundo animado de los textiles originarios de Carangas. Ulpian Ricardo López García.

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