En otra parte vital de sus actividades
textiles, las tejedoras recuerdan conscientemente a las deidades del textil y
sus diferentes ayudantes, y les piden apoyo en sus prácticas. Éstas incluyen a la figura arquetípica de la araña, que a menudo va en la espalda del disfraz del oso en las danzas
folklóricas andinas.
Una narración muy conocida en que aparece
este mismo personaje (y que implica una moraleja acerca del mundo textil) es la
del zorro y la araña. El zorro,
apostador y sempiterno perdedor, desafía a la araña a subir al cielo. La araña vence al zorro
pues ella tiene la habilidad de desplazarse a través
de los hilos de su tejido y, de esta manera, su tela sirve para recibirla
cuando cae y la protege. En cambio el zorro, por improductivo, muere al no contar
con algo como la telaraña. Asimismo, esta
versión habla de la facilidad arácnida
de caminar por sus tejidos, en tanto que el zorro no posee ninguna habilidad
comparable.
Las tejedoras doña Plácida Espinosa, de Corque, y doña Hortensia García, de Llanquera (Provincia Nor
Carangas, Oruro), recordaban las ofrendas que ellas hacían antes de comenzar a
tejer. Por ejemplo, antes de que la tejedora empiece a extender los hilos del
telar o a tejer, realiza la ceremonia del acullico junto con otra tejedora, al ofrendar la coca al sol. Luego
se realizan los brindis (ch'alla) recordando y nombrando a los samiris (los
sitios ceremoniales de donde sale el aliento o energía) y los uywiris o cerros
guardianes de la región. Las tejedoras de Llanquera brindan también para
Llallaw mama, un cerro que tiene en su cima una figura de una mano femenina que
empuña la wich'uña (el hueso
metatarso de la llama que sirve como golpeadora en el avance del tejido), a
modo de una piedra illa mágica que les ayuda en la elaboración
del tejido, y además para Mama Kasimira (quizás relacionada con San Casimiro o
más probablemente con el casimir inglés) que les ayuda a elaborar un textil
especialmente fino.
En otras secuencias de brindis, se ch'alla
primero a Saw sawu tawaqu (la joven tejedora), uno de los principales espíritus
femeninos que acompaña y anima a las
tejedoras, y luego se ch'alla a las siguientes parejas guardianas de las
tejedoras:
Sawu Mallku, Sawu T'alla
Sawu Wayna, Sawu Tawaqu
Estos espíritus ayudan a avanzar rápidamente
en el textil. Después se realiza una serie de brindis a la araña (kusi kusi), el animalito que elabora un tejido similar al que hacen
las personas. Estos brindis son varios y se repiten muchas veces para que los
hilos alcancen para completar el tejido.
Luego se realizan otros brindis dedicados
al Padre Sol (Inti tat awatiri) y a la Madre Luna (Phaxsi mama) para que la luz
de estos astros guardianes acompañen la actividad de
tejer, pues las tejedoras empiezan en los albores del día
y continúan a veces en las noches de luna llena.
Por las mismas razones, se realizan otras
ceremonias en la madrugada antes de que salga el sol. Una parte de estas
ceremonias incluye un pedido, mediante el acullico, al viento para que no sople y después de esto recién
se empieza (sayjataña) la actividad de
tejer.
Este mundo animado, relacionado con el
textil, ha llamado la atención de varios estudiosos de los Andes. Por ejemplo,
la antropóloga norteamericana Elayne Zorn, concluyó que la investigación de los
significados simbólicos de los tejidos en diferentes regiones andinas ha
proporcionado ejemplos que evidencian la existencia de una presencia animada
escondida dentro de los tejidos, ya sea en su apariencia externa, en su forma o
en ambas.
Ruth Moya también observó que, desde los
albores de la civilización andina, tanto en el nivel cultural como en el
objetivo, el poder de los tejidos se basó en el control de los recursos
productivos y de la fuerza del trabajo. En este sentido, para ella, los tejidos
que emanan poder se construyeron en la elaborada trama de la religiosidad, el
chamanismo y la magia, en fin en base al control de la ideología.
Fuente: http://www.ucb.edu.bo/publicaciones
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