Cuando Garcilaso describe los ambientes del
templo del Qorikancha dice, con respecto al Arco Iris, lo siguiente: “…Otro aposento, que
era el cuarto, dedicaron al arco del cielo, porque alcanzaron que procedía del Sol, y por ende lo tomaron los
Reyes Incas por divisa y blasón, porque se jactaban de descender del Sol. Este
aposento estaba todo guarnecido de oro. En un lienzo de él, sobre las planchas
de oro, tenían pintado muy al natural el arco del cielo, tan grande que tomaba
de una pared a otra con todos sus colores al vivo. Llaman al arco cuychu y, con
tenerla en esta veneración, cuando le veían en el aire cerraban la boca y
ponían la mano delante, porque decían que si le descubrían los dientes los gastaba
y empobrecía”.“Los Comentarios Reales
de los Incas” Cap.XXI, Libro Tercero. (el
subrayado es nuestro)
Como primera aclaración diremos que la
palabra utilizada por Garcilaso “cuychu” como nombre quechua para el arco iris es incorrecta. Los
diccionarios quechuas lo registran como “Cuychi” (K’uychi, según
las normas actuales de la Academia de la lengua Quechua). A esto se suma el
trabajo etnográfico en comunidades quechua-hablante en los
cuales dicen unánimemente “k’uychi” y no existen otras
versiones.
Dentro de la Astronomía Inka, el arco iris
constituye el fenómeno celeste más cercano al hombre porque es ubicable en el
aire, en el ámbito próximo a la vida humana; y sin embargo “intocable”, solo
perceptible con la vista. De allí su carácter místico y extraordinario. Nadie
puede “tocar” el arco iris porque tiene una naturaleza diferente, etérea,
ilusoria y sin embargo visible.
El otro factor astronómico lo constituye su
relación con el Sol pues no existe el arco iris sin la presencia del Sol. La
descomposición de la luz solar en la húmeda atmósfera, luego de una lluvia,
produce este fenómeno óptico y meteorológico de refracción. Esta conexión
cósmica fue conocida por nuestros antepasados al punto de convertir al K’uychi
en divinidad y usarla luego como símbolo o blasón. La belleza única que posee
el arco iris continúa fascinando a la humanidad y todavía en la actualidad es
el fenómeno favorito cuando se quiere expresar admiración por la hermosura de
la naturaleza.
Un detalle interesante para observar es que el poblador andino moderno todavía
no ha desterrado de su pensamiento el carácter “mágico y supersticioso” de este
fenómeno aún cuando la ciencia y las pruebas empíricas han demostrado la
inocuidad del arco iris. Todavía recuerdo, hace algunos años, haber visto en la Comunidad de Conchacalla (Anta, Cusco) a una
anciana que al ver un hermoso arco iris se tapó la boca con las dos manos en señal de protección para evitar la pérdida
de sus dientes, que según ella, era causada por el K’uychi. Gary Urton, durante sus investigaciones en la
Comunidad de Misminay (Maras, Urubamba), halló interpretaciones y asociaciones
del arco iris con supersticiones de naturaleza malévola para la salud de las
personas y aún vigentes en el ámbito rural.
El poder místico del K’uychi, dentro del mundo esotérico andino, sigue vivo.
Tan es así que su influencia en la antigua numerología medieval de occidente,
trasplantada e impuesta luego a la mentalidad andina, ha generado en el tiempo
un cierto “culto” por el número siete. En general se piensa que el arco iris
tiene solo siete colores; sin embargo, eso no es más que una ilusión óptica. En
realidad, los colores refractados por el arco iris se fusionan y combinan
generando una variedad tan grande de tonalidades que superan al “mágico” número
siete. Pachacuti Yamqui Salqamaywa, en su célebre gráfico del presunto altar
del Qorikancha dibujó un arco iris con solo cuatro líneas puestas en arco y hay
quienes dicen que “es el más fiable documento de información astronómica Inka”,
¿Dónde quedó el siete?
G. Urton, anota al respecto con precisión: “…Sin embargo, no
existe certeza alguna de que los quechuas-hablantes
actuales compartan esta idea respecto a la utilidad cosmológica
del número siete ni que tampoco lo hayan hecho los incas en épocas
precolombinas”.
En la cosmología del inkanato el K’uychi esta asociado con la serpiente, en
especial con el Amaru, aquél gigantesco ofidio bicéfalo mítico que aparece
representado en la cerámica y que era tan venerado en todo el continente. El
K’uychi emerge de los “pukyus” (manantes o fuentes de agua) y se relaciona con
la época lluviosa en los Andes (Noviembre a Abril) y la presencia del arco iris
especialmente en las tardes lluviosas antes de la puesta del Sol. Se dice que
sus dos cabezas están sumergidas en los manantes y su cuerpo arqueado se torna
colorido dominando el horizonte y ocupando grandes espacios del cielo. Es
ocasiones se ven dos y hasta tres arco iris simultáneamente constituyéndose en
un fenómeno muy raro e impresionante.
Curiosamente, en Australia se han recogido
mitos que se asemejan mucho con la versión andina del K’uychi. Para los
habitantes del pueblo de Gunwinggu el arco iris se llama “Ngalyod”, dicen que
surgió de una fuente de agua y al ponerse en el cielo iluminó y coloreó el
paisaje. Los chamanes u hombres de gran sabiduría obtienen sus poderes del arco
iris que manipulan por medio de cristales de cuarzo. El Chinchero (Urubamba,
Cusco) también oí decir que los paqos y altomisayoq (sacerdotes andinos) toman
ciertas energías del arco iris para manejar las energías y cumplir su trabajo
como mediadores entre el mundo de los humanos y el mundo sobrenatural.
En todas las culturas del planeta se encuentran leyendas y mitos sobre el arco
iris muy parecidos a las de nuestra cultura, y coinciden en un detalle: Todas
son generadas por la lluvia en asociación con la luz del Sol.
Bibliografía: Gary Urton, "En el cruce
de rumbos del Cielo y la Tierra" Edit. CBC, Cusco, 2006.
Texto tomado de Qoyllur, Astronomía Inka
Un detalle interesante para observar es que el poblador andino moderno todavía no ha desterrado de su pensamiento el carácter “mágico y supersticioso” de este fenómeno aún cuando la ciencia y las pruebas empíricas han demostrado la inocuidad del arco iris. Todavía recuerdo, hace algunos años, haber visto en la Comunidad de Conchacalla (Anta, Cusco) a una anciana que al ver un hermoso arco iris se tapó la boca con las dos manos en señal de protección para evitar la pérdida de sus dientes, que según ella, era causada por el K’uychi. Gary Urton, durante sus investigaciones en la Comunidad de Misminay (Maras, Urubamba), halló interpretaciones y asociaciones del arco iris con supersticiones de naturaleza malévola para la salud de las personas y aún vigentes en el ámbito rural.
El poder místico del K’uychi, dentro del mundo esotérico andino, sigue vivo. Tan es así que su influencia en la antigua numerología medieval de occidente, trasplantada e impuesta luego a la mentalidad andina, ha generado en el tiempo un cierto “culto” por el número siete. En general se piensa que el arco iris tiene solo siete colores; sin embargo, eso no es más que una ilusión óptica. En realidad, los colores refractados por el arco iris se fusionan y combinan generando una variedad tan grande de tonalidades que superan al “mágico” número siete. Pachacuti Yamqui Salqamaywa, en su célebre gráfico del presunto altar del Qorikancha dibujó un arco iris con solo cuatro líneas puestas en arco y hay quienes dicen que “es el más fiable documento de información astronómica Inka”, ¿Dónde quedó el siete?
En la cosmología del inkanato el K’uychi esta asociado con la serpiente, en especial con el Amaru, aquél gigantesco ofidio bicéfalo mítico que aparece representado en la cerámica y que era tan venerado en todo el continente. El K’uychi emerge de los “pukyus” (manantes o fuentes de agua) y se relaciona con la época lluviosa en los Andes (Noviembre a Abril) y la presencia del arco iris especialmente en las tardes lluviosas antes de la puesta del Sol. Se dice que sus dos cabezas están sumergidas en los manantes y su cuerpo arqueado se torna colorido dominando el horizonte y ocupando grandes espacios del cielo. Es ocasiones se ven dos y hasta tres arco iris simultáneamente constituyéndose en un fenómeno muy raro e impresionante.
En todas las culturas del planeta se encuentran leyendas y mitos sobre el arco iris muy parecidos a las de nuestra cultura, y coinciden en un detalle: Todas son generadas por la lluvia en asociación con la luz del Sol.
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